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lunes, 25 de octubre de 2010

Prensa 25 octubre

Los sindicatos llevarán al Congreso una «contrarreforma» del mercado laboral

http://www.abc.es/20101023/economia/sindicatos-llevaran-congreso-contrarreforma-20101023.html


CC.OO. y UGT han diseñado una novedosa estrategia para desactivar la reforma laboral recientemente aprobada. Presentarán ante el Congreso de los Diputados una proposición de ley que deje sin efecto la norma que entró en vigor el 18 de septiembre y «restituya los derechos de los trabajadores», según ha podido saber ABC y han confirmado fuentes sindicales. El mecanismo que van a utilizar los sindicatos es una iniciativa legislativa popular, fórmula que implica, en este caso, la presentación de una proposición de ley para su discusión y aprobación ante el Parlamento. La «norma», para ser aceptada por la Cámara Baja, debe adjuntar como mínimo 500.000 firmas de ciudadanos avalando las modificaciones.

Las citadas fuentes explicaron que el proceso está en su fase inicial y que durará aún varios meses, ya que la proposición de ley va a ser muy detallada y con mucho contenido, con preámbulo y articulado. Paralelamente a la elaboración de este texto, las centrales sindicales entrarán en el proceso de recogida de firmas, que llevará su tiempo, aunque los sindicatos confían en que no tendrán problemas para superar la cifra del medio millón exigido. En principio, esta iniciativa podría entrar en el Parlamento la próxima primavera, según los cálculos sindicales.

Esta proposición servirá para que los partidos «se retraten», después de que la reforma laboral fuese aprobada con los únicos votos favorables del PSOE (excepto el diputado socialista Antonio Gutiérrez, que también fue a la manifestación del 29-S, como el nuevo ministro de Trabajo) y la abstención del resto de los grupos parlamentarios.

CC.OO. y UGT han adoptado esta estrategia porque son conscientes de que en el desarrollo reglamentario de la reforma laboral que comenzará en los próximos días «no se va a cambiar el “tuétano” de la misma». Además, la llegada del nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, afiliado a UGT y de perfil dialogante, tampoco ha insuflado más optimismo a estos sindicatos, que exigen «cambiar políticas, no personas». El reto sindical está ahora en reconducir una reforma del mercado de trabajo que favorece y abarata el coste del despido para las empresas. Una reforma que ha extendido el contrato de fomento del empleo con 33 días de indemnización por año trabajado y que introduce más facilidades para despedir con 20 días de indemnización a las empresas que tengan pérdidas.



Más del 65% de los españoles dudan de que con la reforma laboral se cree empleo
http://www.abc.es/20101025/economia/espanoles-dudan-reforma-laboral-20101025.html


El panorama que se ha encontrado el nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, no puede ser más desalentador y preocupante, con el número de parados —por encima de los 4 millones— en niveles históricos y una reforma laboral que no ha gustado a la patronal y, mucho menos, a los sindicatos, los cuales, ya están preparando una «contrarreforma» que presentarán en el Congreso.

Una prueba de esta cruda realidad del mercado laboral es que seis de cada diez españoles piensan que aún tendrán que pasar tres años o más para que empiece a disminuir el paro, según una encuesta realizada por DYM Market Research para ABC. Incluso, casi la mitad de esas seis personas creen que la caída del número de desempleados no se producirá hasta dentro de cinco o más años.

La previsión revisada del Gobierno y recogida en los Presupuestos de 2011 es que la crisis deje de destruir empleos en el segundo semestre de 2010 y que el próximo año se creen 43.400 empleos que, en términos relativos, supone un aumento del 0,3%. Así, el Ejecutivo calcula que este año terminará con una tasa del paro del 19,8% (actualmente está en el 20,09%) y 2011 con el 19,3%.

El paro se dispara con PSOE

El incremento del desempleo en nuestro país comenzó a consolidarse con el segundo Gobierno de Rodríguez Zapatero. Cuando ganó las elecciones de marzo de 2008 había, según el Ministerio de Trabajo, 2.300.975 desempleados, lo que equivale a una tasa del 10%. Treinta meses después, los parados suman 4.017.763 y la tasa supera el 20%, la más alta desde 1997. Cabe recordar que durante los dos gobiernos de Aznar, el paro bajó de 2.969.472 a 2.181.546 personas.

La mencionada encuesta de DYM indica que los hombres (64% de los preguntados) son más pesimistas que las mujeres (61,9%) sobre el tiempo que pasará hasta que empiece a disminuir el paro, así como las personas de más edad (66 a 75 años). En Barcelona, el 69,8% de los encuestados creen que se tardará tres años o más en empezar a disminuir el paro, frente al 55,9% de Madrid.

En este sentido, el reciente «Avance del mercado laboral» de Afi-Agett (Asociación de grandes empresas de trabajo temporal) apuntaba que España tendría que crecer al 1,5% para crear empleo neto, y al 3% para reducir de forma sostenida la abultada tasa de paro.

Medidas poco eficaces

Más rotundos son los resultados sobre las medidas adoptadas por el Gobierno en materia económica —el aumento del IVA, la supresión de los 400 euros y el incremento de los impuestos al ahorro— y su repercusión en la creación de empleo. Según la encuesta de DYM, siete de cada diez personas creen que son algo, poco o nada eficaces. Solo el 4,9% considera que son muy o bastante eficaces.

La diferencia entre hombres y mujeres en este punto es notable. El 74,2% de los primeros estiman que son poco o nada eficaces, frente al 65,6% de las segundas. Y eso que, según los últimos datos de desempleados inscritos en los servicios públicos de empleo a finales de septiembre, el número de mujeres paradas había vuelto a superar los dos millones, mientras que el de hombres se mantiene ligeramente por debajo de esa cota. Las personas de entre 18 y 25 años (73,8%) son los grupos con mayor porcentaje de rechazo a esas medidas, así como los residentes en Levante (78%) y noroeste (76,9%). En este caso, en Madrid (69,8%) son más pesimistas que en Barcelona (62,6%).

Sobre la posible contribución de la recién aprobada reforma laboral a la creación de empleo, las respuestas fueron muy similares a la de la anterior cuestión. El 65,7% cree que esta reforma laboral contribuirá algo, poco o nada, frente al 3,6% que piensa que puede ser bastante o muy útil.

La encuesta de DYM hace hincapié en tres puntos concretos de la reforma laboral y que provocaron mayor polémica: fomentar el contrato de fomento a la contratación indefinida, que conlleva una indemnización por despido de 33 días por año trabajado, frente a la indemnización de 45 días que se ha generalizado en nuestro mercado laboral; aumentar de 8 a 12 los días la indemnización de los contratos temporales; y favorecer la reducción de jornada entre un 10% y un 70% en las empresas con dificultades, asumiendo el Estado el pago de la parte proporcional del salario (parecido al denominado «modelo alemán»).

Sobre el recorte de los días de indemnización, casi ocho de cada 10 encuestados opinan que no contribuirá a crear empleo. Sólo uno de cada 10 cree que sí servirá para mejorar el mercado de trabajo. Las personas de entre 26 a 35 años (78,8%) y las de 56 a 65 años (75,4%) son las más pesimistas, al igual que las residentes en Madrid (el 85,1% de los preguntados). En Barcelona, la cifra baja al 70,4%.

No creará empleo

Respecto al aumento de la indemnización por la finalización de los contratos temporales, el 65,6% entiende que no contribuirá a crear empleo fijo, frente al 15,6% que piensa que sí.

La reducción de jornada, asumiendo el Estado la parte proporcional del salario a través de la prestación del paro, es la medida que más confianza ha generado entre los encuestados, ya que el 43,6% opinan que puede contribuir a mantener el empleo, mientras que el 41,2% cree lo contrario.

 
 
OPINIÓN: FELIPE GONZÁLEZ

¿Cómo garantizar las pensiones?
http://www.elpais.com/articulo/opinion/garantizar/pensiones/elpepiopi/20101025elpepiopi_12/Tes

LA UE: CRISIS Y FUTURO. Las protestas en Francia no son algo local, sino síntoma de una situación de emergencia que afecta a todos. Europa precisa un análisis conjunto y una política coordinada de soluciones.

"La conjunción del envejecimiento de la población y de la contracción de la fuerza de trabajo interna va a acarrear a Europa consecuencias drásticas. Si no se toman medidas, se traducirá en una presión insostenible sobre los sistemas de pensiones, de sanidad y de protección social, y en unos resultados negativos para el crecimiento económico y la fiscalidad. Si Europa se toma en serio el tránsito a una sociedad del conocimiento, los esfuerzos para mejorar la eficiencia económica y elevar las capacidades de la población existente deben completarse con medidas activas para hacer frente a este desafío demográfico". Proyecto Europa 2030.

Vemos la creciente oleada de protestas contra la reforma de las pensiones en Francia, mezclando a sindicatos y estudiantes, como un problema local, incluso cuando ante nuestros ojos se muestra la evidencia de que aquí, en España, también se han convocado movilizaciones contra la reforma laboral y se anuncian contra las de las pensiones, o no digamos en Grecia, o en otros países de la Unión, como un movimiento de rechazo a las reformas estructurales imprescindibles para abrir un horizonte de esperanza al futuro de Europa en la nueva realidad mundial.

El día 4 de octubre comparecí ante el Parlamento Europeo para hablar de ese futuro de la UE que ha sido el núcleo de la reflexión del Grupo de Expertos que presidí en los dos últimos años. El debate fue interesante, pero de nuevo tuve la sensación de que veo la crisis como una situación de emergencia que nos afecta a todos en el conjunto de la Unión, que exige respuestas de fondo y coordinadas y que esta percepción de la realidad no es compartida por los interlocutores.

Sin embargo, espero que el Parlamento Europeo entre a fondo en este debate, aprovechando su carácter de representación democrática del espacio público que compartimos como europeos; respondiendo al incremento de poderes que le otorga el nuevo Tratado de Lisboa; enfocando sus prioridades en este esfuerzo de salida de la crisis y de reformas de fondo, para mostrar y demostrar a los ciudadanos europeos que los problemas son de todos y los desafíos tienen más sentido si se enfrentan desde la Unión, aunque los ajustes necesarios sean nacionales.

Pocos interlocutores, más allá de las ideologías, niegan lo que necesitamos, lo que define nuestra ambición. Pero muchos rechazan hacer lo necesario para conseguirlo. Así veremos cómo se debilitan los Gobiernos que lo intentan, sea cual sea su color, y cómo serán sustituidos, por puro desgaste, por otros que tendrán, inexorablemente que enfrentar las tareas pendientes... pero perdiendo un tiempo que no tenemos.

Estamos ligados históricamente a un modelo de economía social de mercado, que hemos exhibido con razón, como el mejor. Mejor para competir, ¡en su momento!; mejor para crear empleo, ¡en su momento!; mejor para garantizar la cohesión social, ¡en su momento!; mejor para la educación, la sanidad y las pensiones, ¡en su momento! Ahora, que vivimos otro momento histórico, queremos que siga siendo lo que fue, porque deseamos vivir en una sociedad solidaria e incluyente, pero sin cambiar nada, aunque reconozcamos y tengamos la evidencia indiscutible de que el mundo cambió y de que para conseguir y preservar esas ambiciones nosotros también tenemos que cambiar.

Pues bien, si lo que deseamos es preservar la economía social de mercado, frente a modelos sin cohesión social, o a una economía de casino sin reglas, tenemos que recomponer nuestros consensos básicos, nuestro diálogo social, para hacer reformas estructurales de hondo calado que nos permitan aumentar nuestra productividad, nuestra competitividad en la nueva economía global y del conocimiento, que añadan a los objetivos que teníamos en la exitosa Europa de la posguerra, un factor de sostenibilidad frente al cambio climático y la sobreexplotación de los recursos que ponen en riesgo la biodiversidad y el equilibrio del planeta.

Si ese fuera, como creo, el objetivo que pocos discuten, habría que analizar qué problemas estructurales tenemos que enfrentar y resolver para conseguir este propósito y reconstruir el círculo virtuoso que le dio éxito económico y social a la Europa de la segunda revolución industrial.

En el año 2000, con la aprobación de la Agenda de Lisboa, ya se fijó como objetivo para el 2010 "ser la primera potencia económica y tecnológica del mundo, con el mejor modelo de cohesión social". Aunque no se diga con claridad, hoy, en la fecha límite, todos reconocen que la estrategia acordada fracasó y que no solo no estamos más cerca de la meta propuesta, sino que estamos perdiendo competitividad en la economía global y que nuestro Estado del bienestar corre riesgos evidentes de insostenibilidad.

Para empezar, viendo el rechazo a las reformas del sistema de pensiones, tenemos que reconocer que el éxito mayor de la sociedad del bienestar se refleja en el incremento de la esperanza de vida. Pero la buena noticia de que vivimos más tiempo y con más calidad, viene acompañada de una no tan buena que es la baja natalidad. O sea, nos estamos convirtiendo en una sociedad de gente mayor, con una pirámide demográfica que se estrechará cada vez más en la base. Esta deriva nos llevará en el año 2050, si faltara inmigración y se mantuviera constante la participación en el mercado de trabajo, a tener 68 millones menos de trabajadores. Esto nos situaría en un coeficiente de población activa / población inactiva de cuatro trabajadores contribuyentes por cada tres jubilados.

La actual edad media de jubilación en Europa es de 62 años para los hombres y de poco más de 60 para las mujeres. Si no se toman medidas en varios frentes, llegaremos a la situación descrita en 40 años, es decir, en el momento en que se jubilarán los jóvenes estudiantes que protestan en Francia. Como todas las proyecciones que encaran el futuro, esta tampoco es inexorable. Se puede y se debe actuar para evitar este escenario con todas sus implicaciones económicas, sociales y políticas. Y la paradoja es que los que creemos en un sistema público de pensiones, cuyo fundamento está en la solidaridad, tenemos dificultad para que se acepten las reformas necesarias para mantenerlo y que los que se oponen -por ignorancia o porque quieren debilitarlo para sustituirlo por "otra cosa"- manipulan la realidad torticeramente. Como ya nos ocurriera en 1985, con la reforma del sistema de pensiones que nos permite un sistema digno como el actual que ahora todos dicen defender.

Compensar la caída a medio plazo de la población en edad de trabajar, frente al incremento de la población de más de 60 o 65 años, nos obliga a plantear una mezcla de políticas, de la que la reforma del sistema de pensiones y de la edad de jubilación es una parte imprescindible, pero solo una parte. Por eso, hay que prolongar la vida activa de la población actual y futura, con estímulos para hacerlo, que podemos diseñar y acordar; considerando la jubilación como un derecho, no como una obligación; reconsiderando los periodos de carencia y calculando la pensión por los salarios o rentas percibidos a lo largo de toda la vida laboral.

Pero además, tenemos que hacer políticas que incrementen la participación de la mujer en la población activa ocupada, con medidas de apoyo para que esto sea compatible con el incremento de la natalidad que necesitamos. El papel de la mujer en esta sociedad del conocimiento, en esta economía abierta, es de vital importancia, incluso más allá de la lucha por la igualdad, porque se plantea como una necesidad insustituible para ganar competitividad en la sociedad del conocimiento aumentando la población activa y corrigiendo la pirámide demográfica.

Pero además, tenemos que cambiar nuestra óptica sobre la emigración, que estamos percibiendo como un grave problema, cuando es una parte sustancial e inevitable de la solución a medio y a largo plazo. Claro que hay que regular los flujos, ajustándolos a las necesidades y capacidad de integración, como políticas de conjunto y aplicaciones nacionales. Claro que hay que combatir el tráfico de seres humanos y la explotación de los irregulares, pero no podemos galopar en una demagogia antiin-migración que se volverá contra los valores y los intereses de Europa.



ENTREVISTA: VALERIANO GÓMEZ Ministro de Trabajo

“La reforma de pensiones ha de ser pactada"
http://www.elpais.com/articulo/economia/reforma/pensiones/ha/ser/pactada/elpepueco/20101024elpepieco_1/Tes



Ha cambiado la placidez del analista por la ardua tarea de intentar poner remedio a las escandalosas cifras de paro. Al nuevo responsable de Trabajo, jiennense de 52 años, se le exigirá además un freno a la precariedad laboral.

Apenas lleva tres días en el cargo pero Valeriano Gómez dispone ya de una imagen que lo sobrevivirá como ministro de Trabajo. El recordatorio de su presencia en la manifestación de la huelga general, tres semanas antes de integrarse en el Gobierno, ha rescatado del anonimato a este experto en el mercado laboral. Pero la labor gubernamental no le es ajena. Ha ocupado múltiples escalones del ministerio y sus laberínticas dependencias no parecen tener secretos para él. "Al fondo de este pasillo estaba mi despacho cuando los GRAPO pusieron una bomba aquí, en 1992", muestra Gómez antes de la entrevista. El nuevo ministro pareciera haber estado preparándose toda la vida para ocupar ese puesto. Lo asume en circunstancias adversas -el paro alcanza un insoportable 20%- y con un programa de reformas bajo el brazo.

Pregunta. Desde que es ministro, ha explicado mil veces por qué acudió a la manifestación de la huelga general. Pero reconozca que es difícil convencer de que se puede conjugar su nombramiento con su presencia allí.

Respuesta. Yo no apoyé la movilización. Sí dije que el recurso a la huelga tenía que ser cada vez más un arma bien meditada. Pero ese día consideré que debía estar en la manifestación -aunque no hice huelga- después de ver cómo ciertos medios de comunicación, ciertos partidos y algún gobierno autonómico se habían empeñado en transmitir la huelga como un acto incívico. Me parecía una visión antisindical muy perjudicial para la política española y yo, como un ciudadano más, decidí ir a la manifestación. Si hubiera sido un cargo público del PSOE, no me cabe ninguna duda de que no debería haber asistido.

P. ¿Le pidió explicaciones Zapatero al nombrarlo?

R. En absoluto, ¿cómo me va a pedir el presidente explicaciones por lo que hago como ciudadano?

P. ¿En ese momento no intuía que podía llegar a ser ministro?

R. Uno en esos momentos no intuye ese tipo de cosas.

P. Asesoró al Gobierno en la reforma laboral, se manifestó en contra de ella y ahora le toca aplicarla. ¿No es incongruente?

R. Desde que se empezó a negociar la reforma asesoré al Gobierno. He publicado artículos que la consideran esencialmente correcta, por ejemplo, uno en EL PAÍS titulado El equilibrio nunca decepciona. Mi opinión, siempre matizada, fue favorable y he tratado de distinguir mi posición sobre la reforma de mi apoyo, que siempre estará con las organizaciones sindicales, parte esencial de la sociedad. Y esto también lo digo para las empresariales.

P. Pero en sus primeras horas como ministro dijo no sentirse incómodo con el contenido de la reforma. Eso implica también no estar particularmente cómodo.

R. Lo puedo decir de otra forma sin dificultad. Me siento muy cómodo con la visión, con el texto y con la posición que el Gobierno ha defendido. Mi papel es explicar esa reforma y contribuir a que, en su desarrollo, las visiones de rechazo habidas no cuestionen el núcleo esencial.

P. ¿Hay margen, entonces, para inclinarla hacia los intereses de los sindicatos?

R. Las organizaciones sindicales, de momento, solo han planteado que el Gobierno rectifique, pero no han precisado en qué materias. Por otra parte, después de que la reforma se haya votado en las Cortes, ya no es solo un proyecto del Gobierno. Es una ley vigente que tiene el suficiente apoyo parlamentario. Ahora hay que orientar el desarrollo de esa ley para corregir aquellos aspectos en los que nos pongamos de acuerdo y producir, no tanto una rectificación, sino un desarrollo adecuado.

P. ¿Qué aspectos se pueden corregir?

R. La propia reforma plantea materias: el modelo alemán
[reducción de jornada en lugar de despidos en las empresas], las políticas activas, la negociación colectiva, el fondo austriaco , la intermediación laboral privada. Y en paralelo la necesidad de concretar este año la reforma de pensiones y la política de inmigración. La reforma pretende acercar los costes del trabajo temporal al indefinido, y que cuando la recuperación se produzca haya menos temporalidad. Los temas están bien orientados, pero insuficientemente explicados por el Gobierno. Si los objetivos son compartidos, debería haber un marco razonable de desarrollo. Si no fuera así, el proceso de reformas es imparable.

P. Deja fuera uno de los aspectos más criticados, el despido.

R. La reforma no afecta a los derechos adquiridos de los trabajadores. Mantiene el coste del despido en 45 días por año y en 33 para el contrato de fomento. En las causas objetivas de despido, se trataba de tener en cuenta que cuando hay pérdidas, se pueda ajustar plantilla por esta vía [con indemnización de 20 días]. Ahí se introduce un término polémico: la previsión de pérdidas. Esto puede ser objeto de interpretación judicial.

P. ¿Y hay posibilidad de modificación política?

R. Hay que ver si el desarrollo legislativo permite aclarar mucho mejor en qué circunstancias se puede interpretar la situación de pérdidas previstas, para mejorar la capacidad interpretativa de los jueces. Podemos pensar que el Gobierno y los interlocutores sociales lo concreten por otras vías distintas a las que se abrirían por la acción de la justicia dentro de varios años.

P. ¿Es partidario de hacerlo?

R. Es una forma de hacerlo. Eso no es violentar la ley, sino dar una interpretación adecuada, acabar con los peores efectos de la reforma de 2002. Entonces se permitió un despido tan sencillo, pagando el monto de la indemnización legal, que la fórmula objetiva no se utilizaba. Hemos vivido de forma hipócrita. Decíamos que nuestro despido era muy caro, sin darnos cuenta de que era muy sencillo. En cambio, teníamos un despido objetivo sensato, que está en la banda baja de los países europeos, pero que prácticamente no se utiliza (en plena crisis, no llega al 15%) y a este defecto trata de hacer frente la reforma. No tiene ningún sentido que las organizaciones sindicales centren su atención en la forma en que se concibe el despido objetivo cuando es el menos usado.

P. ¿Es su principal misión tender puentes con los sindicatos?

R. Es una misión esencial. Una de las principales, porque un Gobierno que hace frente a la crisis no puede dejar de atender las necesidades de las empresas, que están pasando muchas dificultades. Este Gobierno tiene que mirar a ambos lados.

P. En toda la legislatura no se ha alcanzado un solo acuerdo en el diálogo social. ¿Qué va a cambiar con usted?

R. Para que el diálogo social rinda frutos debe haber al menos dos condiciones: una, que el Gobierno tenga capacidad de iniciativa, y otra, que ninguna de las organizaciones que dialogan convierta su participación en una suerte de derecho de veto.

P. ¿Han fallado ambas?

R. Tras más de dos años de diálogo, sindicatos y empresarios tienen que reflexionar. El diálogo social ha de responder a la orientación del Gobierno de turno. Debe dar frutos, pero nadie debe tener la tentación de poner patas arriba la política de un Gobierno democráticamente elegido. Los interlocutores sociales han de asumir que su papel es equilibrar esas medidas. Deben tratar de influir, pero sin paralizar la acción de Gobierno. Ese ha sido uno de los errores que debemos corregir.

P. ¿Error de quién?

R. De todos, no solo del Gobierno. Ha sido un error dejar transcurrir tanto tiempo sin alcanzar acuerdos y en la responsabilidad no está solo el Gobierno, es compartida por empresarios y sindicatos. Sin duda también está la crisis. Pero ahora ya estamos en otra fase. No en afrontar la crisis, sino en preparar el país para la salida.

P. ¿Ayudará a desbloquear el diálogo social la sustitución de Gerardo Díaz Ferrán en CEOE?

R. No debo valorar la situación de cada organización. Pero el diálogo social es más sólido cuando las organizaciones que lo integran son también más sólidas. Si eso ocurre en CEOE, el principal beneficiario será el diálogo social.

P. La reforma inmediata que hay pendiente es la de las pensiones. ¿Hay posibilidad de revertir lo anunciado por el Gobierno?

R. El Gobierno tiene una visión reformista: no es posible dejar transcurrir el tiempo sin hacer nada. Los retos -el demográfico, el aumento del gasto y la baja natalidad- existen y es mejor afrontarlos desde el principio, sin alarmismos. Las reformas tienen que ser consensuadas, en lo político y en lo social. Siendo la posición del Gobierno abierta, sin que ello implique renunciar a las reformas, tengo confianza en que tanto partidos como empresarios y sindicatos van a ser capaces de reformar el sistema. Son los principales interesados.

P. Si la reforma es consensuada habrá que renunciar a elevar la edad legal de jubilación.

R. El Gobierno ha dicho algo importante: necesitamos seguir desplazando la edad real de jubilación, que en España supera los 63 años. Y ha planteado que la mejor forma de hacerlo es elevar la edad legal. Vivimos más y vamos a tener que percibir pensión mucho más tiempo. Y cada vez somos menos para trabajar porque tenemos menor fecundidad. Pero es una propuesta abierta.

P. Entonces el paso a 67 años no es irrenunciable.

R. La opción del Gobierno es esa, pero cuando dialoga lo hace desde una posición abierta. No renuncia antes de empezar a negociar, pero la posición es abierta.

P. Aunque usted es un devoto del diálogo social, la reforma laboral da seis meses para pactar la negociación colectiva. Si no, el Gobierno actuaría. ¿Lo hará?

R. Lo que ha hecho el Gobierno es advertir: tras dos años de negociar políticas laborales, después de muchos más de indicar que es importante que los interlocutores sociales reformen la negociación colectiva, el Gobierno pone plazos. No hay peor ejemplo para la sociedad que un diálogo social que no rinde frutos. Más aun, si en la peor crisis en décadas no es capaz de arbitrar medidas de consenso, el diálogo tiene una herida mortal. Estos dos años han agrandado esa herida, pero el diálogo no está muerto. Ahora, el Gobierno debe producir un proyecto de reforma en caso de que no surja de la voluntad de las partes.

P. ¿En qué sentido iría?

R. Es muy prematuro. Ahora toca impulsar la negociación. Y solo cuando se vea imposible alcanzar acuerdos el Gobierno debe actuar proponiendo un proyecto de ley. Y digo bien, proyecto de ley; no será una reforma por decreto.

P. ¿Ha tocado techo el paro?

R. En 2011 puede haber acabado la sangría de empleo y este es el comienzo de la recuperación. Perderemos empleo de forma estacional unos meses, pero estamos en la fase previa a la recuperación neta del empleo. Eso comenzará en 2011, a mediados. Y 2012 será un año de creación de empleo a ritmos muy visibles.

P. La presión, quizás también algunos roces con Caldera, le llevaron en 2006 a dejar su cargo como secretario general de Empleo, en plena bonanza. ¿Es consciente de que ahora la presión es muy superior?

R. A final de 2006 decidí marchar del Ministerio de Trabajo pero no hubo diferencias sustanciales con el ministro de turno. Culminé una fase de trabajo muy intensa. Y cuando abandoné fue sobre la convicción de que lo esencial de mi trabajo había concluido. Esta es más bien la razón, cansancio físico. No le daría tanta importancia a los roces con el ministro, que no fueron reseñables.

 
 
El Ibex 35 abre la sesión con una subida del 0,35% y se acerca a los 11.000 puntos

http://www.invertia.com/noticias/noticia.asp?subclasid=&clasid=&idNoticia=2420231


El parqué madrileño ha abierto la sesión con una subida del 0,35%, que ha situado al Ibex 35 en el nivel de los 10.962,8 puntos, en una jornada en la que todos los valores mostraban signo positivo en los primeros minutos de cotización, a excepción de Banco Sabadell, que se dejaba un 0,14%.

Así, BME avanzaba un 1,73%, por delante de Bankinter (+1,58%), Acciona (+1,05%), Inditex (+0,92%), Criteria (+0,90%), Grifols (+0,87%), ArcelorMittal (+0,78%) y REE (+0,61%).

Repsol YPF, por su parte, subía un 0,46%, seguido de Banesto (+0,41%), BBVA (+0,33%), Telefónica (+0,33%) y Banco Popular y Banco Santander (+0,15%).

En Europa, los principales indicadores también han comenzado la sesión en positivo, con Francfort al frente de los repuntes (+0,60%), seguido de París (+0,52%).

En el mercado de divisas, el euro vuelve a ganar posiciones frente al dólar y al inicio de la sesión bursátil el cambio entre las dos monedas quedaba fijado en 1,4061 unidades.



Wall Street cierra tercera semana consecutiva de ganancias

http://www.reuters.com/article/idARN2220102920101022?rpc=444


Las acciones estadounidenses cerraron el viernes una tercera semana de alzas consecutivas, apoyadas en alentadores de reportes de resultados empresariales que ayudaron a dar impulso al mercado.

El mercado desafió las expectativas de un retroceso tras una fuerte recuperación antes de la temporada de ganancias. Algunos inversores estaban aguardando los resultados para tener una excusa para una toma de ganancias.

"Ver ganancias decentes después de una recuperación del mercado y que el mercado mantenga las alzas o incluso suba un poco más es realmente bueno y un buen presagio", dijo Robert Stimpson, gestor de fondos de Oak Associates.

Las ganancias en el sector tecnológico, el mayor del S&P, han sido particularmente sólidas.

La utilidad de Baidu, el motor de búsquedas chino en internet, superó las previsiones de Wall Street y la compañía pronosticó una fuerte demanda futura. Las acciones de Baidu subieron un 4,6 por ciento a 107.28 dólares.

El Dow Jones bajó presionado por American Express (AXP.N), cuyas acciones retrocedieron porque los problemas regulatorios opacaron un crecimiento de las ganancias. Los papeles de Verizon Communications Inc (VZ.N) también cayeron, porque dijo que la incorporación de nuevos clientes puede rezagarse.

El promedio industrial Dow Jones .DJI bajó el viernes 14,01 puntos, o un 0,13 por ciento, a 11.132,56 unidades. El índice Standard & Poor's 500 .SPX subió 2,82 puntos, o un 0,24 por ciento, a 1.183,08 unidades.

El índice tecnológico Nasdaq Composite .IXIC ganó 19,72 puntos, o un 0,8 por ciento, a 2.479,39 unidades.

En la semana, el Dow y el S&P 500 subieron un 0,6 por ciento, mientras que el Nasdaq trepó un 0,4 por ciento.

El sector tecnológico ha encabezado las ganancias en la reciente recuperación. El Nasdaq ha subido más de un 17 por ciento desde finales de agosto, lo que se compara con un alza del 12,7 por ciento del S&P en el mismo período.

El Nasdaq cerró el viernes casi en un máximo desde mayo.



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